Franco Equinoterapia

Detrás de la avenida Constituyentes se esconden los establos de la familia Franco; unas instalaciones humildes y desgastadas donde los caballos se conservan hasta ya muy viejos. El señor Franco se sienta en la mañana a leer el periódico. Tendrá unos 70 años y no habla mucho. Pero quien se encarga ahora de manejar el lugar es su hija, Xochitl, quien ha convertido de sus establos en un centro de equinoterapia, conduciendo clases para niños con discapacidades mentales o físicas.

Xochitl, que estudió pedagogía y que desde niña ha convivido con caballos, piensa que relacionar a los niños con estos animales es una buena solución a sus problemas. «Hemos visto a lo largo de los pocos años, que tenemos como centro de equinoterapia, cómo los niños han cambiado», expresa. «Antes los papás los traían y ellos no se soltaban a hablar con nosotros, pero una vez que se suben al caballo, su cara cambia».

La equinoterapia recibe alrededor de 30 niños y familias. Algunos de ellos vienen desde antes de que puedan desarrollar su memoria. Hay bebés que tienen microcefalea, sindrome de down, retraso; pero no sólo eso, sino que en Franco Equinoterapia, Xochitl también se preocupa por el lado emocional de los niños. Un ejemplo claro es el de Axel, que tiene lapsos epilépticos y esto lo ha llevado a sufrir retrasos en su lenguaje; al no poder expresarse como es debido resulta en un carácter agresivo. Xochitl lo recibe todos los domingos por la mañana. «Sus papás han dicho que desde que viene a su terapia ha tomado por una actitud más paciente y a la vez hemos visto como su lenguaje a mejorado. Antes no podía decir una palabra que se le entendiera, ahora ya logra comunicarse mejor».

Algunos de los caballos son nuevos como Pepe, de pelaje blanco y alto, pero otros ya no tanto como Bolsillo, que no creció mucho y ya sólo ve por un ojo. Xochitl nos habla de las dificultades que hay al mantener un caballo. «Su comida, sus vacunas, sus baños, todo debe ser tomado en cuenta hasta el último detalle. Son seres muy delicados. Y creo que por esto logran vincularse muy bien con los niños, porque ellos también vienen con antecedentes y problemas muy delicados», dice la profesora.

Xochitl expresa que hace falta mucho por mejorar en las instalaciones. El espacio donde montan los caballos no pasa de un terreno de 500 metros cuadrados, donde apenas hay espacio para que monten 4 o 5 niños a la vez. «Estamos viendo si alguien nos donaría un techo, que ayude a que no nos asoleemos todos. Necesitamos también rampas y escaleras para los niños que traen silla de ruedas o que les da más dificultad subirse al caballo», explica Xochitl. Franco Equinoterapia está abierto a todo tipo de donaciones, que además de ser por una buena causa, son deducibles de impuestos. «Cualquier ayuda funciona. Todo para ayudar a estos niños y a sus familias. Ahora sí que la equinoterapia representa un tipo de esperanza en sus vidas».

 

– Diego B. Vargas

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